Desechada la idea del amor verdadero, sólo es posible subsistir en la superficie de determinados entornos sociales, integrándose en un complejo engranaje de relaciones donde el objetivo más inmediato es la propia subsistencia sin abandonar el entorno.
Dejarse llevar en la vida sin tomar en ningún momento las riendas. La necesidad de un monstruoso suceso para reaccionar. Tomar aquello que queremos pues el tiempo avanza imparable.
Arrastrar un sentimiento de culpa tan grande y pesado que incluso cualquier desconocido pueda reconocerlo. La incapacidad de mirarse y analizarse. La falta de comprensión parental.
Ellos dicen comprender tu situación, pero lees la compasión en sus ojos. Cualquier otro desearía vivir tu vida y aunque todos manifiestan su incapacidad para ello, todos creen poder darte el mejor de los consejos sobre como debes hacerlo.
El protagonista vive aislado.
Renunciar a todo por el simple hecho de haber visto más allá de lo que nadie nunca haya podido imaginar.
En un ecosistema caracterizado por el vacío emocional, la aparición de un ser de apariencia reprochable abre una brecha insalvable entre el sentimiento de aquella que todavía conserva un rastro de lo humano en su interior y aquellos que, insalvables, yacen en la mundana cotidianidad.
Un exhivicionista insatisfecho por ser incomprendido. Como el novio de la pequeña de las hermanas en Hanna y sus hermanad. El desprecio que pueda generar en el lector responde a la vez a la misma incomprebsión que causa en sus iguales. Un poco como cualquiera de los persobajes que vemos en un programa de telerealidad. Vivir de un recuerdo porque eres incapaz de adaptarte a tu presente. Deshumanizarse y olvidarse incluso de respirar. Convertirse en algo invisible.
Ravelianos 